Friedrich August Von Hayek (1899-1992) es quizá el más grande intelectual* defensor de la ley de mercado en la economía capitalista del S. XX. Con el sistema de precios pretendió justificar de modo natural el desenvolvimiento de una economía autónoma (no planificada) que regula a la sociedad a través de la ley de oferta y demanda.
En su ensayo, el uso del conocimiento en la sociedad (1935), Hayek señala la necesidad de introducir una teoría que vea en el mercado un método de transmisión y utilización del conocimiento. Los mismos que acusan al marxismo de economicismo**, declaran sin reparo alguno las bondades del liberalismo económico, Hayek en su investigación señala, “lo maravilloso es que un caso como el escasez de una materia prima, sin que se diese ningún orden ni que la causa de ello sea conocida más que tal vez, por una decena de personas, ocurre que millones de personas cuya identidad no podría ser determinada con meses de investigación (estadística), reduzca el uso de la materia prima o sus productos, es decir de hecho se mueve en la dirección correcta”. Nótese como el vienés cataloga de maravilloso el mecanismo natural que opera en el mercado. Más adelante citando palabras del inglés Alfred Whitehead, celebra esta especie de panteísmo económico: “la afirmación de que debemos cultivar el hábito de pensar lo que estamos haciendo constituye un axioma profundamente erróneo repetido en todos los libros y por eminentes personas al dictar conferencias. La verdad es exactamente lo contrario. La civilización avanza al aumentar la cantidad de operaciones importantes que podemos realizar sin pensar acerca de ellas”. Justifica de este modo el Premio Nobel de economía que toda la civilización está asentada sobre un conocimiento que en realidad desconocemos; ¿Qué mente maestra entonces hace emerger y desarrollar la cultura? Parece ser que el dios cristiano espiritual amoroso pasó a ser el omnipotente mercado; la rectificación de Adam Smith y su mano invisible es encumbrada a modo de plegaria.
Aunque el argumento de que sin el sistema de precios no podríamos preservar una sociedad, fue formulada años antes por Von Mises, Hayek como buen discípulo tomó la posta y defendió los postulados de una economía no planificada, justificó el sistema de precios y la división del trabajo considerando que si no fuese por este último hubiéramos desarrollado una civilización como de las hormigas termitas, ya que “…nadie ha logrado diseñar un sistema alternativo en el que puedan preservarse ciertas características del (ya) existente…” o sea, en palabras de Leibniz, de quien Voltaire a través de Cándido hacía ironía, vivimos en el mejor de los mundos posibles.
Creemos que esta forma de pensar la economía es un subterfugio, una evasiva a asumir responsabilidad alguna en los mecanismos económicos-sociales justificando la acumulación de la riqueza en pocos y la pauperización de la dignidad en muchos. Si aceptamos el sistema de precios a modo de un ente todopoderoso equilibrador natural de la sociedad o en palabras del mismo Hayek como un sistema para comunicar información y así poder organizar la sociedad en una suerte de azar virtuoso, entonces no tiene ningún sentido tantos años de racionalismo: “eliminar la necesidad de control consciente y crear incentivos para que los individuos hagan lo que es conveniente sin decirles que hacer”
Esta especie de anarquía de mercado anula toda posibilidad de intervención humana (como la del Estado) dejando que el interés privado sea quien determine de modo ciego nuestro destino social y si erráramos en el proceso, no será por trabajo nuestro sino únicamente de la naturaleza, de tal manera que los males del mundo no serían de origen cultural sino natural, hasta el mismo Lutero se hubiera escandalizado de tanto fanatismo.
En honor a la verdad tanto Hayek como el marxismo pecan de economicismo, el primero por dejarse arrastrar a la” ley natural” del mercado, y el segundo por apostar en un mundo controlado por el mismo hombre a través de la razón legitima.
*Entiéndase intelectual como un personaje esencialmente crítico y comprometido, aunque en este caso Hayek no cumpliría el estereotipo que Sartre plantea.
** RAE. Doctrina que concede a los factores económicos primacía sobre los de cualquier otra índole.
Excelente
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